sábado, 28 de noviembre de 2020

Holodomor: un genocidio silenciado

El Holodomor fue una hambruna causada intencionalmente por el régimen estalinista, mediante la confiscación de todos los alimentos de los hogares, la restricción del movimiento de la población y el rechazo de la ayuda externa. Debido a esto, en 1932-1933, millones de habitantes de Ucrania murieron de hambre en una catástrofe en tiempos de paz sin precedentes.

Holodomor es una palabra ucraniana compuesta por la raíz holod (hambre) y mor (plaga). En la Unión Soviética, incluso después de la desestalinización en 1956, estaba prohibida la referencia a la palabra hambruna (holod o golod) y los historiadores solo podían hablar de “dificultades para alimentarse”.






Lenin ya había intentado sin éxito la colectivización, pero en 1929-1930, se indujo a los campesinos a transferir sus tierras y ganado a granjas estatales, en las que trabajarían como jornaleros a cambio de un pago en especie. Estas políticas fueron rechazadas por los campesinos, lo que hizo que se convirtieran en forzosas, lo cual ocasionó numerosas revueltas. Ya para el verano de 1930, el gobierno implementó un programa de requisición de alimentos, aparentemente para aumentar las exportaciones de grano. Querían financiar la producción de sus fábricas, especialmente de armas y vías de tren, así como a su ejército, con el dinero de las exportaciones agrícolas.


El 7 de agosto de 1932, se aprobó la “Ley de las 5 Espigas”, que establecía castigos contra todos aquellos que estuvieran en contra de la confiscación, y sobre todo para todo el que se atreviese a robar granos. A pesar de aquellas medidas, los robos fruto de la desesperación fueron tantos, que las autoridades crearon tribunales para dictar penas de muerte a los saqueadores. Según los registros de la época, bajo esta Ley se ejecutaron unas 5.400 personas y unas 125.000 más fueron enviadas a Gulags en Siberia. Un cuarto de la población rural, entre hombres, mujeres y niños, fueron víctimas de esta hambruna artificial. Se veían cadáveres abandonados en las calles, sin que sus familiares los pudieran recoger, ya que también estaban cercanos a la muerte y no tenían la fuerza para enterrarlos.


El programa punitivo diseñado por el Estado soviético tenía una doble finalidad: por una parte pretendía eliminar físicamente a los campesinos que se resistieran a la colectivización forzosa de sus tierras, sobre todo a los kulaks, pequeños propietarios de tierras y ganado, y por totra, reprimir cualquier célula del nacionalismo ucraniano que se definía como pro europeo y anti Moscú.


En pocas semanas, los campesinos y su familia comenzaron a morir de hambre y enfermedades. Niños caquécticos por falta de alimento, familias alimentándose de cortezas, hierba, animales de caza, insectos o incluso sus mascotas. Se llegó al punto del canibalismo, donde comían restos de cadáveres muertos por hambre. De los campos de trigo emanaba un hedor insoportable, ya que la gente hambrienta se arrastraba hasta ahí, y al no poder digerir las espigas, morían allí mismo. Era tal la cantidad de cadáveres acumulados en el campo, que los soldados de la GPU los trasladaban en vagones de tren y los echaban en sendas fosas comunes para evitar la propagación de enfermedades. La GPU eran los jóvenes militares más fanáticos del partido de gobierno, la policía secreta, posterior NKVD, ambas provenientes de la antigua y temida CHEKA.


Muchos campesinos que intentaban huir o robar grano de los depósitos, eran ejecutados en el acto por las ametralladoras del Ejército Rojo, pero peor les fue a los que eran capturados por la GPU, ya que eran sometidos a tortura como dejar a la víctima desnuda en un angar para que muriera de frío, prenderle fuego con gasolina e incluso tostarle vivo en una plancha metálica ardiendo, como se observó en el centro de detención de Napalovski. Cuando la GPU fracasó en el cumplimiento de las cuotas semanales de ejecución, Stalin  envió a Lazar Kaganovich para destruir la resistencia ucraniana. Kaganovich, llamado posteriormente el Eichmann soviético, cumplió las cuotas, disparando contra 10.000 personas semanalmente. Al mismo tiempo que se producía el holodomor, el régimen estalinista exterminó casi al completo  a la élite cultural ucraniana, intelectual y religiosa, a quienes se les acusó, por su defensa de la nación ucraniana, como “enemigos del pueblo”. El 80% de los intelectuales ucranianos fueron ejecutados. Un miembro del partido y posterior presidente soviético, Nikita Khruschev ayudó a supervisar la masacre. De esta ejecución masiva por las armas, hablaré en otra oportunidad.


Según los datos de algunos investigadores, las regiones más afectadas fueron Poltava, Sumy, Járkiv, Cherkasy, Kyiv y Zhytomyr, con el 52,8% de las víctimas, aunque el holodomor se extendió por toda Ucrania soviética (el oeste estaba ocupado por Polonia, Hungría, Rumanía y Checoslovaquia, donde no se sufrieron estas políticas, mis abuelos maternos emigraron ahí hasta que tuvieron que volver a emigrar hacia Alemania en los años 40 por el avance bolchevique).


A partir de la cosecha de 1932, las autoridades soviéticas solo pudieron conseguir 4,3 millones de toneladas, en comparación con los 7,2 millones de toneladas obtenidas el año anterior, así que las raciones de las ciudades se redujeron drásticamente y, en invierno-primavera de 1932-1933, la gente de muchas áreas urbanas también pasó hambre. Los trabajadores urbanos eran abastecidos por un sistema de racionamiento y por lo tanto podían ocasionalmente ayudar a sus parientes en el campo, pero las raciones se redujeron gradualmente y en la primavera de 1933 ya era imposible incluso tener suficiente alimento para ellos. Esto lo aprovechó el régimen soviético para transmitir propaganda que mostraba a los campesinos como contra revolucionarios que escondían los alimentos mientras los trabajadores que construían el futuro brillante del socialismo pasaban hambre.


No hay duda de que el holodomor fue un genocidio, planificado y perpetrado para someter a la población ucraniana. Recientemente se han revelado numerosos documentos de los archivos de la KGB en Ucrania que revelan los objetivos y la logística de las políticas que condujeron a la muerte de millones de ucranianos. El 6 de mayo de 1933, Stalin le respondía al escritor Mihail Solohov, quien demandaba ayuda con alimentos para la población hambrienta, con las siguientes palabras: “…los respetados granjeros de su distrito, y no solo del suyo, han realizado protestas y sabotaje, y estaban prestos a dejar a los trabajadores y al Ejército Rojo sin pan! El cometer un sabotaje silencioso, en apariencia legal y pacífico (sin derramar sangre) es un hecho que no cambia en nada este asunto, ya que estos granjeros han buscado una manera de destruír el poder soviético.Ellos mismos han comenzado una guerra y la venganza, querido camarada Solohov” (El Libro Negro del Comunismo).

De esta forma, se puede ver que la planificación y ejecución de las políticas que condujeron al Holodomor, pueden ser atribuidas al régimen estalinista al completo, mediante su sistema punitivo. Las medidas tomadas incluían la requisición de toda la cosecha, en su mayoría grano, decomisar todos los alimentos de las despensas y racionar su compra, desplegar tropas en los campos de cultivo y límites fronterizos y prohibir la salida fuera del cerco hacia otras regiones de la USRR  de los campesinos hambrientos en búsqueda de comida. Debido al cumplimiento de estas medidas represivas, la población ucraniana era prisionera en enormes guetos, en los cuales era imposible sobrevivir.

Se exigieron cuotas por encima de las posibilidades de lo que la población estaba en capacidad de producir. El 6 de diciembre de 1932, en boletines de la oficina política de cada localidad, los poblados ucranianos fueron acusados de no surtir las cuotas impuestas y se les someterían a las siguientes sanciones: Se suspendía el suministro de provisiones (objetos y alimentos), requisiciones forzadas, prohibición del comercio en cualquier forma, confiscación de cualquier bien material, todo el grano sería requisado, incluido el grano para siembra.

El 27 de diciembre de 1932, se impuso un “pasaporte” obligatorio para movimientos internos para detener las huidas desesperadas a zonas no afectadas por la hambruna, El 22 de enero de 1933, se publicó otro boletín firmado por Stalin y Molotov, previniendo a cualquier modo de transporte (suspensión de venta de boletos de tren y bloqueo de calles) a los campesinos ucranianos y del Cáucaso norte (étnicamente cosacos ucranianos asentados en Kuban) para evitar que huyeran de las zonas de hambruna. Un boletín del Politburó del 22 de enero de 1933, firmado por Stalin y Molotov, se refería a detener “contra revoluciones” y explicaba que “el Comité Central y el gobierno, tenían la misión de detener la migración de campesinos en masa (hacia las ciudades, escapando de la hambruna) organizadas por los enemigos del gobierno soviético, contra revolucionarios y agentes polacos, la propaganda en contra del sistema de joljós (granjas colectivas) y el gobierno soviético en general” (El Libro Negro del Comunismo).

En 1933 el gobierno soviético exportó 18 millones de quintales de grano y otros productos agrícolas, mientras negaba oficialmente la hambruna. No fue hasta el 15 de marzo de 1933 que se suspendieron las requisas de grano. En abril se distribuyó grano de los depósitos de la armada en los pueblos. Los granjeros estaban demasiado débiles para la actividad agrícola que pondría fin a la pesadilla.


A pesar de la falta de registros rigurosos, diversas fuentes estiman las muertes en un rango de 4,5 a 7 millones. El historiador y periodista Paolo Rumiz asegura que “solo en Ucrania murieron de hambre casi 6 millones de personas, lo que equivale a 25.000 al día, 17 por minuto, siendo una de cada tres muertes la de un niño o un bebé”. En El Libro Negro del Comunismo, Nicolas Werth habla de “sobre 6 millones de víctimas”, así como Giovanni Gozzzini en su capítulo dedicado a ilustrar los Gulag. Los archivos de esta era, son testimonio de la explotación intencional de la hambruna por el régimen soviético para dañar al campesinado en un tipo de “ingeniería social” (Gozzini, Gulag. The System of Labour Camps in USSR). Manteniendo la verdad en secreto, el régimen soviético buscaba escapar de ser señalados culpables.

A pesar de los intentos de las autoridades soviéticas de ocultar la magnitud del desastre, este genocidio se dio a conocer en el exterior gracias a las publicaciones de los periodistas Gareth Jones, Malcolm Muggeridge, Ewald Ammende, Rhea Clyman, fotografías realizadas por el ingeniero Alexander Wienerberger, un químico austriaco que para entonces trabajaba en una planta de plásticos de Járkiv, entre otros. Se cree que Orwell escribió su novela Rebelión en la Granja basándose en lo vivido por Jones, a quien llegó a conocer. La Unión lanzó una campaña de contra propaganda, mediante la cual,  socialistas ilustres  como Sir Bernard Shaw (Premio Nobel de Literatura), Edouard Herriot, Premier de Francia y otros viajaron a la URSS y luego hicieron declaraciones negando la hambruna. Posteriormente, durante la ocupación nazi de Ucrania, las autoridades de ocupación permitieron la publicación de artículos en periódicos locales sobre el Holodomor y otros crímenes comunistas, pero no dieron demasiada atención para no agitar el sentimiento nacional.


Gran Bretaña, Estados Unidos y la Sociedad de Naciones, adoptaron la misma postura que Francia después de la Visita del Primer Ministro y líder del partido Radical, Edouard Herriot y su negación de la hambruna. Tan solo unos periodistas italianos presentes en Járkiv (en ruso Járkov o Kharkov). Odesa y Novorossisk quisieron denunciar lo ocurrido, pero no pudieron informar de los hechos debido a que la Italia fascista de Benito Mussolini, estaba en aquel momento intentando normalizar sus relaciones diplomáticas con la URSS, les prohibió hacerlo.

Algunos de los que se atrevieron a publicar datos datos sobre el Holodomor fueron unos pocos intelectuales como el judío polaco Raphael Lemkin. Precisamente el fue quien calificó al “Gran Hambre) con el término genocidio. Gracias a la definición hecha por Lemkin del Holodomor y el Holocausto, se adoptó la palabra Genocidio en el Derecho Internacional.

La negación del Holodomor es la afirmación de que este genocidio no ocurrió, u ocurrió, pero no fue un acto premeditado. Negar la existencia de la hambruna era la posición del estado soviético y se reflejaba tanto en la propaganda soviética como en el trabajo de algunos periodistas e intelectuales occidentales, incluidos George Bernard Shaw, Walter Duranty y Louis Fisher. En la Unión Soviética, las autoridades prácticamente prohibieron la discusión sobre la hambruna y el historiador ucraniano Stanislav Kulchytsky declaró que el gobierno soviético le ordenó falsificar sus hallazgos y describir la hambruna como un desastre natural inevitable, para absolver al partido comunista y defender el legado de Stalin.

El corresponsal del New York Times, Walter Duranty, quien ganó un premio Pulitzer por su presentación de informes de Rusia, escribió que las denuncias sobre la hambruna eran  “una propaganda maligna”. Años después  Stalin se jactaba de la burda puesta en escena …”Siete millones de personas mueren a su alrededor y sin embargo estos necios no acertaron a ver nada”. Previamente a las visitas, las calles eran limpiadas de ciudadanos y en su lugar había cientos de figurantes de aspecto saludable pertenecientes al partido y al ejército, se paseaban frente a los ojos de los ingenuos observadores. El New York Times nunca repudió los desaciertos de Duranty y los intentos de algunos sectores de opinión y de la prensa americana para retirarle el Pulitzer han sido infructuosos ya que la Junta del Pulitzer lo ha  desestimado reiteradamente.

 


El Parlamento de Ucrania reconoció por primera vez el Holodomor como genocidio en 2003, y criminaliza la negación del Holocausto y el Holodomor por igual en este sentido en 2006. Una declaración conjunta de Las Naciones Unidas firmada por 25 países en Noviembre de 2003, declaró que murieron entre 7 y 10 millones de personas. Se estima que alrededor del 81,3% de las víctimas de la hambruna de la República Socialista Soviética de Ucrania, eran de etnia ucraniana, 4,5% rusos, 1,4% judíos y 1,1% polacos. Muchos bielorrusos, alemanes del Volga y otras nacionalidades también fueron víctimas. Así, la población rural de Ucrania fue la más afectada por el Holodomor. En respuesta al colapso de la demografía, las autoridades soviéticas ordenaron reasentamientos a gran escala y cientos de miles de campesinos de Rusia soviética se hicieron cargo de las granjas abandonadas. De ahí que en muchas áreas solo se hable ruso actualmente.

Uno de los atentados elaborados por la OUN encabezada por el líder nacionalista ucraniano Stepan Bandera, fue dirigido a personalidades políticas que llevaron el mando de este genocidio, motivo por el cual era fugitivo de la URSS, aunque finalmente un agente de la KGB le asesinó con una bala envenenada en Munich, donde se había exiliado. De ahí parte de su controvertida fama fuera de Ucrania.

Desde 2006, Ucrania conmemora a las víctimas del Holodomor el cuarto sábado de noviembre, ordenado por el expresidente Viktor Yushchenko (el que sufrió el envenenamiento por el Kremlin), en Decreto Nº 868/2006, cuando también se debe guardar un minuto de silencio a las 16:00 horas. Las banderas deben ondear a media asta como señal de duelo, se restringen los eventos de entretenimiento y se ajusta la programación de TV y radio en consecuencia.

Ninguno de los responsables que cometieron el genocidio ha sido llevado ante la justicia. Lazar Kaganovich murió pacíficamente en Moscú en 1991, meses antes de la disolución de la URSS, todavía conservaba la Orden de la Unión Soviética y disfrutaba de una generosa pensión del estado.

El Parlamento Europeo revocó la denominación “genocidio” en 2010, a petición del entonces presidente ucraniano Víctor Yanukovich (hoy en día en solicitado por sus crímenes durante el Euromaidan y refugiado en la Rusia bajo protección del Kremllin).

Nuestra memoria pondrá a cada uno en su lugar en la historia. Solo hay que contarlo.

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